jueves, 10 de enero de 2013

Cuando le dije que la pasión por definición no puede durar ¿como iba yo a saber que ella se iba a echar a llorar? No seas absurdo, me regañó, esa explicación nadie te la pidió así que guardatela, me pone enferma tanta sinceridad. Yo le quería decir que el azar se parece al deseo, que un beso es sólo un asalto y la cama es un ring de boxeo, que las caricias que mojan la piel y la sangre amotinan se marchitan cuando las toca la sucia rutina. Yo le quería decir la verdad por amarga que fuera, contarle que el universo era más ancho que sus caderas. Le dibujaba un mundo real no una color de rosa, pero ella prefería escuchar mentiras piadosas.
Y las caricias que mojan la piel y la sangre amotinan, se marchitan cuando las toca la sucia rutina. Y cuando por la quinta cerveza le hablé de esa chica que me hizo perder la cabeza estalló, vas a callarte de una vez por favor. Y así fue como aprendí que en historias de dos conviene a veces mentir que ciertos engaños son narcóticos contra el mal de amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario